
Últimamente, y por razones que no vienen ahora al caso, vengo visitando blogs de catalanes que se expresan en catalán. Hay buenos blogs, son gente culta, con ideas originales, y saben expresarlas. Con todo, lo que más les diferencia de otros blogs son dos cosas.

1.- Su propia lengua. Es una lengua romance ilustre -puede que hasta más antigua que el castellano y el italiano- que me resulta eufónica, y que no es difícil de entender, sobre todo escrita. Los
traductores automáticos echan una mano; creo que en no mucho tiempo se puede alcanzar un nivel aceptable de comprensión del catalán escrito

2.- Sus obvias emociones y palpables sentimientos identitarios, que les llevan a desear una u otra forma de estado propio, desde un estado europeo, soberano, federado con otros pueblos, hasta una independencia radical de lo que consideran España, incluso resuelta de forma unilateral, casi siempre no violenta. Por lo común, saben desmarcarse del independentismo con motivaciones étnicas o genéticas, y envolver sus propuestas en un pragmatismo social y económico con algunas bases históricas, y por supuesto idiomáticas, que llega a resultar muy comprensible.

En general, uno es bien recibido en esos blogs, aunque esboce alguna crítica o bromee sobre su puntito de paranoia o sectarismo, que creo que no les falta. Tienden a ser pedagógicos, aunque algunos se manifiestan cansados de ello. No parece molestar que el visitante se exprese en castellano –no estoy seguro de que valoren positivamente el deseo de aprender catalán, y hasta de que no lleguen a considerarlo un ardid, tal parece su inseguridad en ese sentido- y están dispuestos a contestar en castellano sin mucho esfuerzo, y aunque no se les pida.

Ahora, lo que no tolero es que, en cuanto uno se da la vuelta o se distrae, vuelvan a hablar en catalán entre ellos como si tal cosa, como si no existieras, vamos. Así no hay forma de que te hagan pedagogía.