Sin juramento me podriais creer que quisiera que este blog, como hijo del entendimiento, fuera el más hermoso, el más gallardo y más discreto que pudiera imaginarse. Pero no he podido yo contravenir al orden de naturaleza, que en ella cada cosa engendra su semejante. Y, así, ¿qué podía engendrar el estéril y mal cultivado ingenio mío, sino la historia de un hijo seco, avellanado, antojadizo y lleno de pensamientos varios y nunca imaginados de otro alguno?





lunes, 28 de marzo de 2011

Venir, llegar, volver






9 comentarios:

Lázaro dijo...

A mí esto me inspira melancolía. Saludos.

V dijo...

¿Eso es el AVE? Lo pregunto porque a estas alturas de la vida todavía no lo he visto ni en pintura (no vaya a ser que me cobren, ehem), y yo es que cojo el borreguero. Eso sí, como para no aburrirme, leo cuando puedo (es decir, cuando no se mueve tanto que es imnposible), me estoy ilustrando una cosa mala :D

Hitos dijo...

¿Este es mi premio? ¿un viaje? jooo, que bien ¿a donde me vas a llevar? ¿cuantos días? ¿qué me llevo?

Pepe dijo...

Y a mí, Lázaro.

V, no es un AVE, aquí no llega, ni llegará en varios años, aunque andan peleándose unos yo otros desde hace décadas. Es un tren normal, de los de toda la vida. Lo que pasa es que ya no son de carbonilla, y llegan más o menos en hora.

Adonde tu pidas, y por el tiempo que se tercie; con que te lleves a ti misma sería más que suficiente, Hitos; bueno, y el permiso de tu santo por duplicao y con poliza, que a esta edad no quiero conflictos con maridos celosones. En los duelos llevo las de perder, como el Vizconde de Valmont -John Malkovich- en "Liasons dangereuses", y no es cosa.

Pepe dijo...

A quienes tengan cierta sensibilidad a la música aconsejo que pierdan un rato en escuchar el primero de los dos enlaces a Goear. Es un fragmento -Et in terra pax- del Gloria en Re Mayor de Vivaldi, arreglado por Alfredo Casella para la película "El tren del infierno" ("Runaway train"), de Konchalovsky. La melancolía, Lázaro, aun crece. Parece que algo se acaba.

Lázaro dijo...

Siendo adolescente, vi "El tren del infierno" y me impresionó. Al cabo de unos cuantos años, no ha mucho, la volví a ver. Y me volvió a impresionar. Recuerdo la escena final, con esta música, subido en lo alto del tren, esperando la muerte... qué más se puede decir?

Si algo se acaba, será porque algo empieza. Hay que centrarse en ello pues. Saludos.

Malo Malísimo dijo...

Pepe, estoy a cinco minutos de salir cagando leches del curro y aunque busco no en cuentro tus enlaces...¿A donde fueron? Mira que a este servidor de usted le gustan y molan los trenes, que me pasaba yo 18 horas para ir a Barcelona.

V dijo...

Ahhhhhmmmm, pues te digo yo que el que pasa por mi pueblo no tiene tan buena pinta. Hace poco, en un tramo, iba tan embalado (a 70 km hora, por lo menos!) y se movía tantísimo que pensé que una de dos, o bien descarrilábamos o es que estábamos atravesando un un agujero espacio-temporal, y al final resultó que ni una cosa ni la otra, ya ves. Penica me daba el revisor. Eso sí, algún día ya verás tú, aparezco en el 2035. Debe ser que no les quedó presupuesto para cambiralo, o que les salió bueno y pensaron: pues mira, lo dejamos hasta que reviente y mientras tanto, de paso se ahorran una pasta en tikets para el parque de atracciones ¡XD!


Está visto que el que no se divierte, es porque no quiere, ugs!

Ays, paro, que cuando empiezo como no corte conscientemente, no tengo fin.

Besets!

Pepe dijo...

La película es impresionante en su sencillez, y de esas en las que uno se apunta a "el malo", sin dudarlo.

Malo, no son en realidad enlaces, es la consola radio-casette de goear, hay dos en la misma entrada. Yo recuerdo haber ido en mi infancia desde mi pueblino a Madrid en tren, unos 500 Km, doce horas, se llegaba negro como el tizón, y no podía uno asomarse a las ventanillas, que venía el humo y te llenaba los ojos de hollín. Las banquetas de madera -en tercera-, la gente con sus fiambreras con chorizo y tocino, pero no, no eran trenes del infierno, ni mucho menos.

Tu tren, V, va un poco más deprisa que aquellos de los que hablo. Pero, qué prisa hay por llegar? Y menos aun si te abducen...