Con todo el ruido y la furia de la campaña electoral en la calle, incrementado por el caso Bildu, me llegó la citación para presidir una mesa electoral. No es la primera vez; en las gloriosas elecciones de 2.000, las de la mayoría absoluta del joven Aznar, ya lo fui. En la reunión preparatoria celebrada en el ayuntamiento del municipio donde entonces residía, el instructor -secretario del ayuntamiento- nos dijo que aquellas serían las últimas elecciones con urnas y papeletas, que para las próximas ya se impondrían los sistemas digitales de votación... Un visionario, sin duda. La experiencia fue interesante, aunque tediosa; eran elecciones generales y andaluzas, tres urnas a escrutar -congreso, senado y parlamento autonómico-, y no terminamos hasta los dos de la madrugada, cuando los resultados definitivos eran ya prácticamente oficiales, con lo que uno tenía la sensación de que aquello no servía ya para nada. Como la diferencia de votos entre las dos principales opciones era aplastante, los interventores de un lado pasaban, y los del otro lado eran generosos; así, si en una papeleta a favor del PSOE el votante había escrito a mano "Cabrones!", el interventor del PP decía con sonrisa malévola: "Nada de voto nulo, se ve a las claras que este ciudadano quería votar al PSOE". Ocurrían las anécdotas que salen en los telediarios: quien llega a votar sin documentación, o con el carnet de su club de caza, que no lleva foto, la abuelita que traen a votar y a la que hay que sacar la urna a la calle, en fin, todo muy entretenido, y además te dan algo más de 60 leuros y varias horas de libranza al día siguiente. Hoy alguien, en una Carta al Director del El País propone que las mesas se compongan con parados, sacados de las listas del INEM, con lo cual los ciudadanos con trabajo no malgastarían el día de descanso y los parados se beneficiarían económicamente, -y no se perderían horas de trabajo al día siguiente, con las libranzas, añado yo-. En fin, se pasará lo mejor que se pueda, y que gane el que dios quiera, porque "mejor" no hay, al menos para la cosa municipal de mi ciudad, que es lo que ahora aquí se dirime.
Sin juramento me podriais creer que quisiera que este blog, como hijo del entendimiento, fuera el más hermoso, el más gallardo y más discreto que pudiera imaginarse. Pero no he podido yo contravenir al orden de naturaleza, que en ella cada cosa engendra su semejante. Y, así, ¿qué podía engendrar el estéril y mal cultivado ingenio mío, sino la historia de un hijo seco, avellanado, antojadizo y lleno de pensamientos varios y nunca imaginados de otro alguno?
7 comentarios:
Siete veces... SIETE! tuve que ir a una mesa electoral, tchts,tchts... y además, seguidas!
Una de las veces incluso llevé un certificado de mi ginecóloga (estaba yo tan embarazada que no rompí aguas en el colegio electoral porque los dioses no quisieron), però no me sirvió de nada. Me tocó ser presidenta y meter las papeletas en la urna era toda una proeza, menos mal que tengo los brazos largos, porque cada vez había que sortear la panza (bueno, eso cuando me cansaba de estar sentada y me ponía de pie, claro)
ah, y entonces cobrábamos cinco mil pesetas y nos traían una comida horrorosa en unos cacharritos de esos que luego se tiran.
Recuerdo un par de anécdotas, pero no sé de cual de las siete veces se trata:
- un buen hombre (viejito) que quería votar al rey Juan Carlos
- una papeleta con un nombre: Sandokán. (No sé por que´lo declaramos voto nulo, ahora a lo mejor colaría)
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Efectivamente, Montse, Sandokan se presenta para alcalde de Córdoba. Gracias por tus anécdotas.
Hombre!este Sandokan es el que se jactaba de no haber leído un libro en su vida. Libremos dios de los que no han leído nunca, NO ES QUE SEAN IGNORANTES, QUE LO SON, sino que ignoran que lo son, lo cual les hace doblemente ignorantes.
Por lo que me han contado, la policía se pone a las órdenes del presidente, no? Eso a mí me gustaría, saber que en cualquier momento puedo ordenar a un agente que me espose a alguien. Seguramente, ese pensamiento me ayudaría a pasar la jornada de manera mucho más amena ("mmmm.... a ésta que me la esposen... a ésta noooo...")
Por cierto, por qué en Córdoba, que es una ciudad preciosa, hay tanto macarra con ganas de subirse al carro del poder? Mi amigo cordobés me contaba los distintos presidentes del equipo de fútbol de Córdoba, y creo que alguno hasta acabó en la cárcel...
Lo dicho, es una pena, con lo bonita que es Córdoba...
Pepe, buenas noches, me gusta esa idea de los parados. Presidentes y demás de las listas del paro. Magnífica idea y muy buena la apreciación de que la cosa va de Alcaldes.
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