Sin juramento me podriais creer que quisiera que este blog, como hijo del entendimiento, fuera el más hermoso, el más gallardo y más discreto que pudiera imaginarse. Pero no he podido yo contravenir al orden de naturaleza, que en ella cada cosa engendra su semejante. Y, así, ¿qué podía engendrar el estéril y mal cultivado ingenio mío, sino la historia de un hijo seco, avellanado, antojadizo y lleno de pensamientos varios y nunca imaginados de otro alguno?





sábado, 4 de junio de 2011

Plantar un pino (en una tripa)

Hace no mucho discutíamos en el blog de Hitos acerca de la expresión "plantar un pino". Se me tomó a mal que no la conociese, o que citase un foro en el que una francesa decía que se trataba de una expresión “vulgar”. Ahora va su majestad y dice que los periodistas le quieren plantar un pino en la tripa cada día. Se anda especulando acerca de lo que quiso decir, pues si lo dijo en el sentido en el que lo contaba Hitos, no deja de ser una guarrería. Pero eso es lo de menos, lo demás es que nuestro rey está cada vez mas desinhibido y metepatas: manda callar a otro mandatario sin derecho a ello, rechaza en público las caricias y desvelos de su amante esposa, va por ahí con aspecto de mendigo, y ahora acusa a los periodistas de plantarle pinos en la tripa, signifique eso lo que signifique. La solución ha sido adoptada, y no es que abdique y se dedique a cuidarse, sino impedir que los periodistas se acerquen a él. Pues vale.

9 comentarios:

Clidice dijo...

alzheimer?

Pepe dijo...

Clidice, en ausencia de datos no puedo arriesgar una opinión, y aun menos siendo profesional de la cosa. Visto desde fuera y desde lejos, parecen predominar lo que se llaman "rasgos frontales" -desinhibición, tendencia al chiste fácil,...- propios de otros tipos de demencia, aunque éstos parecen rasgos suyos de siempre, lo que se ha dado en llamar su "campechanía", aunque quizás no tan exacerbados como ahora. No sé. En todo caso, si hubiese un diagnóstico formal de un deterioro cognitivo se le iría retirando -nadie parece fiarse mucho del sucesor y su señora-. Lo de alejarle de los periodistas resulta sumamente sospechoso, pues parece que estuviese ya más allá del "Majestad, cuide lo que dice en público".

Clidice dijo...

Pos eso: bicicleta, cuchara, manzana ... y república! ;P

Malo Malísimo dijo...

Pobrecito, si es que está mayor y claro ya no está la cosa para montar en amoto e irse de parranda. El ninio ya está crecidito y hasta debate con el personal en la calle. Lo mejor declarar el estado de las Repúblicas y a tomal por saco. 17 y Ceuta y Melilla.

Pepe dijo...

Ya que lo mencionas, Clidice, como va Maragall?

El niño es un lanzao, Malo. Cómo siga por el camino de interpelar a quienes le cuestionan se le augura un reinado aun más breve; lo que tiene que hacer es aprender de su opaíto: hacerles la peineta.

Clidice dijo...

Parece que el princesito no va por muy buen camino y además se hace raro lo poco que enseña a la parienta. Estaran empezando un annus horribilis? Por mi que no se corten, a lo tonto ya han ahorrao para un exilio dorado no? Si seran una, tres o diecisiete debería decidirlo el pueblo. Nada, tonterías mias, de tanto en tanto me da por la democracia.

Pepe dijo...

Cada vez la enseña menos, sí. Decía una amigo mío que no era bueno llevar a la novia al aeropuerto, porque cuando luego se dejaba de llevarla, se notaba mucho. Pos eso les va pasando a éstos, antes to el día amartelaos, y ahora ya ella solo pendiente de sí misma, y él vaya a usted a saber de qué.

Lázaro dijo...

De acuerdo en todo menos en lo de mandar callar a otro mandatario sin derecho alguno. En aquella ocasión fue el único que estuvo a la altura de las circunstancias.

Por otra parte, me llama la atención que, en el momento que alguien se desmarca del guión, se le busca el diagnóstico adecuado. Por lo que veo, parece que hay uno para cada caso: para los graciosos, los tristes, los desinhibidos, los de mal carácter.... Me gustaría saber cuál sería el adecuado para mí; de qué adolceré yo, doctor?;) Saludos.

Pepe dijo...

No estoy de acuerdo contigo, Lázaro. Creo que con una grosería nunca se está a la altura de las circunstancias, por muy mal que nos caiga Chávez. Con respecto a lo otro, no me lo puedo tomar a broma; las fronteras entre lo "normal" y lo enfermo no siempre están bien definidas, y con frecuencia es mi tarea profesional poner un límite, trazar una frontera. A todos nos agobia a veces no recordar el nombre de un actor, o de una melodía, pero es que hay gente que está inválida por no poder librarse de esas obsesiones, que le ocupan la cabeza de forma incesante, por poner otro ejemplo que no sea el de la desinhibición del monarca.