Hace pocos días explotaba la noticia de la agresión sexual -presunta- del Presidente del Fondo Monetario Internacional y candidato a Presidente galo a una camarera de hotel. El imperio ruso se acabó de hundir cuando Yeltsin comenzó a pellizcar abiertamente el culo de colaboradoras y secretarias. Hoy conocemos que la agresión sexual es moneda corriente entre las élites de los países europeos de más rancio abolengo, como es Francia, o la Italia de Berlusconi. No ocurre solo entre célibes eclesiásticos.
Se van perdiendo los valores y las costumbre se relajan. Seguro que ya ninguna mujer europea prelava a mano, con norit, los gayumbos de su marido para que luego salgan bien limpios de la lavadora, ni le corta las uñas de los pies, deformadas por los hongos, y le depura las bolitas interdigitales mientras el fuma con los ojitos entornados. Eso ya no ocurre. Ahora ellas trabajan fuera por menos del salario mínimo interprofesional, y ellos andan agrediendo a las camareras o a sus secretarias.
A lo más que llega nuestra sociedad es a diseñar gayumbos pre-cagados y pre-meados para que los palominos destaquen menos. Todos hemos visto en las películas cómo mientras los ciudadanos romanos se entregaban a orgías, degustando voluptuosamente las uvas, tumbados en el triclinio, los bárbaros del norte iban entrando, con todos sus valores intactos. No sé si ahora los bárbaros y sus valores vienen del sur. De eso entiende el Fedeguico Party. Quede esta reflexión para meditar durante el fin de semana.
5 comentarios:
madre del amor hermoso! tienes razón tu Steiner y un poco yo.
Si es que siempre fuimos decadentes.
Y hasta en yankilandia a los mayores o superiores se les trata de usted y de señor en tanto que aquí... dejamos tanto que desear. Buen finde
Curiosa coincidencia, Francesc, y aun más si ha intervenido la mano de blogger.
No, Malo, no siempre lo fuimos. Lo somos ahora, creo yo.
Tienen Vds. toda la razón.
En qué, Anónimo?
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